Paterson (2016) o la poesía de lo cotidiano

placadelpi

El sábado de la semana pasada fue un día de novedades. Hacia las cinco de la tarde (qué hora tan taurina para algo tan poco taurino) quedé con Roberta Marasco (traductora y escritora italiana que reside en Catalunya) en el pino de la Plaça del Pi de Barcelona. No nos habíamos visto nunca antes en persona así que lo mejor era no quedar “en el Zurich”. Que es como decir en este caso “quedamos por la Península Ibérica”. Nos encontramos, claro está, de lo contrario no estaría escribiendo estas líneas, en el susodicho pino a las cinco y algún minuto, retraso causado por mi persona que no tuvo en cuenta el monumental atasco de transeúntes en Portal de l’Àngel. Es algo difícil de explicar a alguien que no lo haya visto en persona…

Decidimos ir a Caelum. Es una cafetería bastante pequeña muy cerca de la Plaça del Pi. Se dice que fue la antigua sinagoga de Barcelona. Este día no tenemos suerte. El sitio está llenísimo. Hay incluso gente esperando para entrar. Decidimos cambiar de plan. La segunda opción es la eterna Dulcinea, chocolatería de la calle Petritxol donde Àngel Guimerà pasó no pocos ratos. Allí estamos un rato hasta que, más por hartazgo de gritones colindantes que por precaución, nos vamos camino de la Filmoteca, no sin antes pasar por los 4 Gats, cafetería modernista famosísima pero que Roberta no conocía.

Adam Driver

Son poco más de las seis de la tarde cuando llegamos a la Filmoteca de Catalunya. Hay ya un gentío considerable (la película empieza a las siete) y una fila para entrar a la sala. Compramos la entrada, su precio es uno de los causantes de la afluencia de público: 3€. Si los cines convencionales pusieran las entradas a ese precio, se llenarían cada día. La película que me propone Roberta es Paterson, en versión original y sin Tim Curry (ay…). Después de esperar un rato conseguimos entrar a la sala y sentarnos. Las dos salas de la Filmoteca están en el subterráneo, por lo que no hay cobertura móvil (¿qué mejor manera de evitar que la gente moleste durante la proyección?). La película dura dos horas.

  • Spero ti piaccia– me dice inquieta.

Paterson es una película que no habla de superhéroes. No habla de salvadores del mundo. No habla de amenazas reales contra la población. Ni de zombies. Ni de enfermedades. Ni de grandes historias de amor. Paterson habla de la vida.

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Paterson es un conductor de autobuses que vive en Paterson, una ciudad con su mismo nombre. O quizá es él el que tiene el nombre de la ciudad. Está casado, no tiene hijos, pero tiene un perro. Cada día se levanta a las seis y algo de la mañana, saluda a su mujer, desayuna y se va al trabajo. Allí conduce durante horas, vuelve a casa y saca al perro. Por último va al bar a tomar una cerveza. Pero Paterson no es un conductor habitual. O quizá sí, quizá sea más habitual de lo que pensamos. Paterson escribe poesías. Su mujer tampoco es habitual, tiene unas inquietudes artísticas dignas de tener en cuenta (gente menos estrambótica ha hecho grandes cosas en la historia del arte).  A los ojos de un pagano, sus días son todos iguales. Pero hablamos de un poeta. Paterson es capaz de enseñarnos la belleza en cada una de las cosas cotidianas que ve, que hace, que vive.

Jim Jarmusch, el director, adora los poemas de William Carlos Williams y habla a través de la boca del personaje principal, Paterson, en esta película. Durante los siete días de la vida del conductor de autobuses que relata, Jarmusch crea una oda a la poesía de todos los días. A la poesía de lo cotidiano.

Cuando salimos de la Filmoteca vemos que ha llovido. Roberta solo tiene una pregunta:

  • Ti è piaciuto?
  • Mica male.

adam-driver-in-paterson

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