«El príncipe de la niebla» de Carlos Ruiz Zafón

El día que leí la última frase de La sombra del viento, pensé que no volvería a leer un libro de Ruiz Zafón. Sí… Soy de aquellas personas a las que no le gustó el libro, me pareció facilón y peliculero. De hecho, una década después sigo pensando que el final me recuerda sospechosamente al final del “Exorcista”… En fin. Está claro que me equivocaba.
Este año, por motivos laborales, leí El príncipe de la niebla del mismo autor. Diría que se trata del primer libro publicado por Ruiz Zafón. Según reza la información que encontré por internet, el autor tenía 27 años cuando lo publicó.
El libro está pensado para un público juvenil… Y se nota, la verdad. Los protagonistas son adolescentes, hay seres sobrenaturales, promesas, deudas que son pagadas… Todos los elementos para atraer al lector más joven. O esa es la teoría. Lo cierto es que a la vez que leía en clase este libro con mis alumnos, leía, en la asignatura de catalán, “Hamlet” (sí, de Shakespeare…viejuno, ¿verdad?). Pues les gustó más la obra del bardo inglés. Es cierto que habitualmente agradecen más las obras de teatro que la novela (los que son docentes ya lo saben… “hay menos letra, profe”). Pero no deja de ser curioso que les llame más la atención una obra del siglo XVI que una contemporánea que, a priori, está pensada para ellos.
Podría discurrir sobre la actualidad de los clásicos y la importancia de leerlos con los alumnos, pero no aburriré a quien esté leyendo estas líneas. Lo cierto es que si la historia de Ruiz Zafón, en general, no convenció fue porque es previsible. Pese a todos los elementos que he enumerado antes (y muchos más, claro). Incluso el final es previsible y lo es por la misma razón por la que me lo pareció el final de “La sombra del viento”: parece más un guión de película que una novela pensada solo para ser eso, una novela. Si el autor escribió esos libros pensando en eventuales adaptaciones cinematográficas, desgraciadamente, no lo sabremos ya, puesto que murió prematuramente no hace mucho. De todas formas, tanto si pensó en transformar sus historias en películas como si no, ambas historias serían perfectamente adaptables y quizá en ese formato sí interesaría a los adolescentes.

m.

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