«13 reasons why»

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Hasta ahora había hecho reseñas de obras de teatro y libros, sobre todo, alguna película (rara vez) pero nunca de una serie de televisión. En cualquier caso siempre hay una primera vez para todo, y la primera reseña de un producto televisivo se la lleva 13 reasons why, una serie original de Netflix.

Acabé de ver esta serie hace un par de días y aunque no es la única que he visto en el último período, sí que me ha sorprendido más que las otras. No creo, y lo digo desde el inicio, que se trate de una serie más. Al menos no su primera temporada. Ya veremos la segunda.

Alerta spoilers: explico brevemente de qué va. Una chica, Hannah, se suicida. Deja cintas de casete grabadas explicando en 13 razones por qué toma la decisión que toma. Hannah tiene 17 años y la mayoría de las razones que tiene para quitarse la vida, también. Las cintas han pasado por las manos de muchos compañeros, pero la serie explica el momento en el que llegan a las de Clay, que pronto veremos que no se parece a los otros.

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No explico más. Bueno sí, una cosa. La serie está ambientada en la actualidad. El hecho de que Hannah opte por usar cintas de casete y no audios de WhatsApp es, principalmente, por su amistad con Tony, un personaje al margen pero en el centro, de los típicos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Cada uno de los episodios habla de uno de los personajes, incluido Clay. Cada episodio explica uno de los motivos.

La serie ha sido acusada de fomentar el suicidio. Tal cual. Parece que, como pasa habitualmente, se mata al mensajero. Los autores de esta historia no pretenden que los adolescentes se maten en masa, sino explicar por qué pasa cuando pasa. Porque ocurre y negarlo sería estúpido por nuestra parte. Netflix ha tenido que salir al paso de estas acusaciones y realizar diferentes vídeos de defensa del proyecto con los actores, creadores y productores (entre los que se encuentra Selena Gómez) hablando del por qué y por qué no de todo. 13-razones-why-1024x576Es una serie con escenas duras. No duras al estilo de The Walking Dead…no, duras porque realistas y reales. Porque verosímiles. Son escenas que, a mí por lo menos, me han afectado.

Desconozco si lo que explica la serie sobre los institutos estadounidenses es cierto. No sé si verdaderamente los profesores allí se preocupan tan poco por sus alumnos como aparece reflejado en la serie y tampoco tengo claro que la realidad de esos chicos sea tan dura como la describen los creadores. Pero está claro que algo no funciona. La tasa de suicidios en alumnos de instituto en Estados Unidos es alta (quizá no tan alta como en algunos países orientales, pero sí mucho más que en la mayoría de países europeos). Y después están los periódicos ataques con armas de fuego. El último en Florida. Bueno, el más reciente. Ojalá fuese el último, pero estoy segura que no será así. Algo me dice que el argumento de la segunda temporada irá por ahí…

El caso es, para terminar, que los que trabajamos con adolescentes debemos tener cuidado. Ya no son niños. Todavía no son adultos. Eso es lo típico que se dice siempre, pero no por eso es menos cierto. No saben quiénes son ni tampoco quién es el resto. No tienen claro en quién confiar y por qué. Algunos llevan esta sensación de confusión mejor que otros. En cualquier caso no podemos permitir que se pierdan por el camino.

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